Cuando ya se había despedido de todos sus familiares de manera emotiva, Miguel Martínez Panero, un anciano de 93 años, agarró a su nieta de nueve años del brazo y, susurrando pero con firmeza, le aconsejó que huyera. “Huye, vete lo más lejos posible de toda esta gente”, le recomendó. Instantes después, según testigos presenciales, el anciano falleció.
En estos momentos, Anita Panero, de nueve años, se encuentra en su cuarto metiendo todas sus cosas en una mochila de manera apresurada. “Todavía no sé a dónde voy a ir, ni tampoco qué me pasará si no huyo, pero no pienso quedarme aquí para averiguarlo”, reconoce visiblemente asustada. La niña, que lleva toda su vida viviendo en Gijón, ya ha empezado a buscar vuelos a México. “En las películas siempre huyen allí, así que ese será mi destino”, explica.
Se desconoce cuál es el motivo por el que el abuelo aconsejó a su nieta que huyera, pero hace muchos años su abuela ya le había dicho a él lo mismo en su lecho de muerte y no le hizo caso, algo de lo que siempre se arrepintió. “No pienso cometer el mismo error que mi abuelo, yo me largo de aquí”, ha declarado la niña justo antes de subirse de un salto a un tren de mercancías en marcha.
Se calcula que dos de cada cinco ancianos en su lecho de muerte aconsejan a sus seres queridos que huyan de sus otros seres queridos. Uno de cada cinco utiliza sus últimas palabras para verter amenazas y los otros dos restantes las usan para exigir que, aunque se vayan a morir, no les cambien el canal de la televisión.
