“Pues no sé qué decirle, señora, póngase una película de esta chica cada cuatro horas”. Con estas palabras admitía ayer Marta Valdearcos, farmacéutica en Zaragoza, que era incapaz de leer otra cosa que no fuera «Reese Witherspoon» en la receta escrita a mano del médico de cabecera de una de sus clientas. «Ahora pasa menos con las recetas electrónicas, pero hay médicos veteranos que siguen desconcertando con su caligrafía», explica.
La anciana, que asegura que el médico le recetó «algo para la tensión», se ha comprometido a ver «Big Little Lies», «Dos locas en fuga» y «Una rubia muy legal» esta misma semana para ver si su condición mejora. «Si veo que no me pongo bien le pediré que me recete otro actor», comenta.
Explica Valdearcos que hace dos años tuvo que golpear en la cara a un cliente que acudió con una receta en la que se leía claramente «Hostia forte». Insiste en que ella hace «lo que me dicen» y los pacientes suelen aceptar también que el médico sabrá lo que se hace.
El Consejo General de Colegios Oficiales de Médicos de España pide «comprensión» para los facultativos teniendo en cuenta que el 90% de ellos son «completamente analfabetos» y pese a ello llevan a cabo «un esfuerzo titánico para sacarse la carrera y ejercer sin que el hecho de no saber leer ni escribir afecte a la calidad de su atención».
