A fin de adaptarse a las necesidades de muchos conductores que se han visto obligados a añadir banderas a sus coches, diversas marcas de automóviles han empezado a ofrecer a un fascista de serie que está subido encima del coche (o asomándose por la ventanilla) agitando la bandera preconstitucional de España. “El propietario puede centrarse en conducir sabiendo que el equipamiento del coche se ocupa de esparcir el odio de forma automática”, explica el ingeniero jefe del equipo que ha diseñado el nuevo Seat 88.
“Si ve a gente joven, grita ‘¡Mariconeeees!’ sean gays o no. Y si ve a inmigrantes, grita cosas incluso peores y que a mí no se me ocurren porque no tengo tanta imaginación. Es muy cómodo porque así ya no tengo que hacerlo yo”, explica un fascista que ya ha adquirido uno de estos coches.
Estos nuevos modelos no disponen de claxon sino que vienen con una cacerola en el salpicadero que puede usarse cuando se desee hacer ruido.
