“Por fin”, celebraba la semana pasada la vicesecretaria general del PSOE, Adriana Lastra, al anunciar que cumplirán la promesa de Pedro Sánchez y tipificarán como delito la exaltación del franquismo antes de la tercera cerveza, el segundo carajillo o el primer chupito de licor de hierbas. “Sobrio no se homenajea ni a dictadores ni a tiranos”, ha advertido Lastra, diciendo que España es el único país que aún no incluye esos aspectos en su Código Penal.
“Sin estar con la camisa desabrochada hasta el ombligo, la cara rojísima, un puro en la mano y la voz ronca por haber estado riendo y gritando durante horas es inadmisible que se digan según qué cosas”, ha dicho Lastra.
Así, se considerará inadmisible defender que con Franco se vivía mejor si se ha ingerido solo una caña y un vino. “Estando sobrio hay cosas que no se pueden decir impunemente ni son defendibles en absoluto, en cambio cuando uno ya se ha alejado de la realidad por completo es otra cosa”, precisan desde el Ejecutivo.
En la fase de euforia y excitación, con una tasa de alcoholemia de 0,5 g/L, aún será delito levantar la mano para hacer el saludo fascista, según adelanta Lastra. En cambio, durante la fase de intoxicación, cuando el alcohol ya afecta las funciones cerebrales y se producen cambios súbitos de humor, es normal que se exalte el fascismo y que la gente trate de desfilar como un soldado y de poner el brazo en alto, pese a que la pérdida de capacidad psicomotriz produzca desequilibrio e incluso caídas.
“Establecer como delito el enaltecimiento del franquismo y la apología de sus crímenes es un paso en la línea adecuada que nos equipara a los países de nuestro entorno, que establecen como delitos contra la democracia cualquier expresión de odio, de exaltación del nazismo y de negación del Holocausto como elementos fundacionales de sus estados democráticos. Hasta la tercera cerveza”, concluyó Lastra.
