Diciendo que tenía que llegar “al fondo de esto, caiga quien caiga”, Teresa López, una vecina de Madrid, lleva varias semanas formándose como espía de élite en un centro de la CIA con el único objetivo de aprender a espiar a sus vecinos del piso de arriba y averiguar al fin por qué mueven muebles por la noche. “No podía seguir con la intriga… Voy a aprender técnicas de camuflaje, infiltración, contrainteligencia y artes marciales por si la cosa se pone fea”, explica Teresa, ahora conocida como “agente X94”.
“¿Por qué nadie se pondría a mover muebles a las tres de la madrugada? No me sorprendería verme envuelta en una conspiración internacional a gran escala”, explica la agente X94 desde una localización secreta de Estados Unidos. «Lo que estoy haciendo es aprender una serie de habilidades que me van a convertir en una pesadilla para gente como mis vecinos”, dice.
“Sé que mis vecinos traman algo porque, antes de mover los muebles, tiran canicas al suelo para asegurarse de que nadie puede llegar hasta ellos”, explica.
López, por su parte, admite que, una vez se convierta en una agente de élite y finalice su principal misión (descubrir por qué sus vecinos parecen tan interesados en mover muebles a altas horas de la madrugada), también se descolgará por el patio de luces de su edificio con unas cuerdas para poder espiar al “vecinito interesante” del tercero.
“He aprendido muchos trucos: tengo una cápsula de cianuro escondida en una de las muelas para cuando venga mi suegra de visita”, concluye.
No es la primera vez que una persona corriente se convierte en espía de la noche a la mañana: dos ciudadanas americanas se vieron envueltas en una importante trama que les obligó a huir de asesinatos por toda Europa “por culpa de un rollo de tíos”. Recientemente esta historia ha sido llevada al cine en la película “El espía que me plantó”, protagonizada por Mila Kunis y Kate McKinnon.
