Con la intención de que ningún miembro de la familia se atreva siquiera a rozar las toallas “buenas”, Ángela Ruiz, de 53 años, ha instalado una alarma silenciosa y varias cámaras de seguridad en el baño de su domicilio, según han informado fuentes familiares.
“Vosotros usad las toallas normales de siempre”, informaba ayer la mujer a sus hijos después de que varios técnicos le instalaran la alarma con sensor perimetral, detector de movimiento y código de seguridad.
En caso de que una de las toallas buenas -que parecen más suaves, perfumadas y están siempre limpias- sea utilizada por un miembro de la familia o por un invitado de bajo nivel, la mujer recibirá una notificación en su móvil y podrá solicitar asistencia profesional.
Según sus hijos adolescentes, hasta ahora ningún invitado que haya pasado por su domicilio ha estado a la altura de las toallas para invitados de Ruiz. También dicen ignorar por qué su madre ha instalado un perímetro de seguridad alrededor de las toallas porque, insisten, la mujer es capaz de desafiar las leyes más fundamentales de la física y detectar con el poder de su mente si alguien con las manos húmedas mira fijamente las toallas buenas.
“Tiene otras toallas para invitados que guarda en un armario, pero las buenas tampoco se las deja usar”, explicaron los hijos. No descartan que su madre esté reservando las toallas “para un invitado muy importante que nosotros no podemos llegar a imaginar y que aparentemente no son ni los titos ni los primos”.
Las mismas fuentes también han informado que Ruiz ha adquirido esta mañana un precioso azucarero de cerámica pero ya ha comunicado a su familia que ellos deberán seguir usando el mismo táper sin tapa que emplean desde 2007.
