El placebo funciona de verdad. Es la principal conclusión a la que ha llegado un equipo de actores con bata blanca del Hospital de Arte Dramático de Viena, que durante tres meses ha hecho como que investigaba los efectos de la administración de placebo a peluches que simulaban ser ratones de laboratorio.
«Mezclar un poco de sacarina con el agua cura el dolor de cabeza y reduce los problemas en las articulaciones. Es posible que también cure todo lo demás, pero hay que ser prudentes», ha sentenciado el actor Paul Richardson en el papel de doctor Sholem, responsable de la investigación.
«Este descubrimiento podría cambiar toda la industria farmacéutica», ha añadido su compañero Hans Bridge con el puño en alto. «¿Qué va a pasar a partir de ahora? ¿Es el inicio de una nueva era? ¡No te quedes callado! ¡Háblame!», ha exigido la doctora Jessica Lidl agarrando al doctor Sholem por la solapa. «Pase lo que pase, estaré contigo», ha respondido él.
El informe placebo describe un futuro cercano en el que las enfermedades son neutralizadas al instante por la administración de sustancias completamente inocuas. Los centros hospitalarios dejan de recibir enfermos y la medicina pasa a ser una disciplina obsoleta.
«Ya nadie se acuerda de nosotros… Cof, cof… La gente nos visitaba cuando existía el dolor, nos pedía ayuda… Cof, cof… Ahora vivimos en la calle, todos nuestros conocimientos son inútiles… Cof, cof. Esta tos me está matando pero no tomaré la sacarina. Ella nos destrozó la vida», ha lamentado el actor Paul Richardson en el papel de doctor Sholem viejo, disfrazado de mendigo.
«Por favor, tómate el placebo o morirás», ha implorado la anciana doctora Lidl justo antes de desmayarse.
