Juan Bollaco Perdén asistió ayer por la tarde al funeral de su suegra Remedios Vilches, fallecida a los 75 años de edad a causa de un infarto de miocardio. Tras la ceremonia, dos asistentes sociales fueron al encuentro de Bollaco y le comunicaron que se le había asignado otra suegra de oficio a la que podría conocer esta misma semana tras arreglar los papeles.
«Es verdad que no me llevaba muy bien con mi suegra, pero me niego a sustituirla por otra. Me parece una falta de respeto a su memoria», explica Bollaco. El Estado, sin embargo, considera que el derecho a una suegra es fundamental para la estabilidad emocional de la familia y, dado que ésta no puede permitirse una suegra de pago, ha optado por contratar con fondos públicos a Maryta Vicario, de 60 años, que según los asistentes sociales se encuentra «en perfecto estado y con ganas de ponerse a trabajar».
El entorno de Bollaco aplaude la incorporación de la nueva suegra. «No es mi madre ni quiere serlo, pero me hará compañía. No sé por qué mi marido se pone así. Se hará cargo de los niños cuando lo necesitemos y seguro que también sabrá asesorarnos en temas de decoración y gastronomía como hacía mi madre, que en paz descanse», dice su esposa. Juan Bollaco insiste en que «yo no he pedido este servicio y no quiero tener que adaptarme de nuevo a otra suegra».
En caso de renunciar a una suegra de oficio, la Administración podría abrirle un expediente a Bollaco y, si se llegara a demostrar que sus tres hijos están faltos de cariño y apoyo familiar, podría perder la patria potestad de los mismos. «Entrará en razón. Ahora mismo está demasiado afectado por la pérdida de mi madre y no piensa con claridad», argumenta la esposa. Bollaco, sin embargo, asegura que esta misma semana redecorará la casa a su gusto y convertirá la habitación de su suegra fallecida «en un taller para construir mis maquetas de trenes». Sus familiares y los propios agentes sociales replican que «lo lleva claro».
