El año pasado Marta ya pidió una barbacoa al rey negro, su favorito, pero sus padres optaron por regalarle un camión de bomberos y una pistola de agua. «Nunca he visto a mi pequeña tan triste como cuando abrió los regalos, tuve que dejarle jugar con la vitrocerámica un rato para que se calmara».
Desde hace días, la niña ha ido amontonando todos los muebles de la casa en el salón y sus padres no encuentran explicación para este raro comportamiento, aunque creen que es algo que ha aprendido en el colegio y no le prestan demasiada atención. «También ha ido atando todas sus muñecas a pequeños postes de madera que ella misma ha construido. Debajo de cada poste ha ido poniendo pequeñas bolitas de papel, serrín y astillas» explica su padre riendo. «Le preguntas para qué es todo eso y dice que lo está preparando todo para cuando los Reyes le den sus regalos. ¡Qué ocurrencia! También me preguntó si el pelo de camello arde, no sé por qué. Debe de estar preocupada por si, al llegar los Reyes Magos al balcón, se enredan con las luces del árbol».
