Un individuo se coló ayer en el Musikverein de Viena y no dudó a la hora de interrumpir un concierto de la Orquesta Filarmónica para preguntar si iba en la dirección correcta para llegar a la calle Spitelberg. «Entró tan tranquilo y se quedó mirándonos de pie, levantando el brazo para llamar nuestra atención. Como no estábamos dispuestos a parar sin un motivo de peso, le dio por aporrear una silla y entonces pensamos que se trataba de algo importante e interrumpimos un allegro muy guay sólo para escucharle» explica uno de los músicos de la sección de instrumentos brillantes y con varios tubos largos.
El ciudadano justifica la interrupción alegando que «había poca gente en la calle, oí mucho movimiento en el Musikverein y pensé que los músicos de la Filarmónica de Viena serían de Viena y, por lo tanto, sabrían guiarme». También añade que el enfado de los miembros de la orquesta le pareció desproporcionado «porque ellos deberían saber mejor que nadie que la música está para unir a las personas, no para separarlas». Finalmente, tras ver que nadie estaba dispuesto a ayudarle, el individuo se fue con la música a otra parte.
