«Se pasa el día en casa bebiendo té, callado. De vez en cuando silba alguna canción que oye en los anuncios para que no parezca que está pensando en algo importante. Hemos ido al zoo e incluso me ha acompañado al supermercado, aunque allí se ha puesto nervioso porque todo le invitaba a reflexionar sobre el capitalismo salvaje. Espero que esto termine pronto» declara la esposa de Enrique Lynch, profesor de Estética de la Universidad de Barcelona. No es raro ver estos días en las grandes ciudades a pensadores practicando el «footing» y escuchando música a todo volumen. Es el recurso más común para evadirse y mantener la mente en blanco, sin elucubraciones.
«Nada volverá a la normalidad hasta que la Realidad nos demuestre que está lista para incitarnos a la reflexión. La cosa ha llegado a extremos alarmantes. Y más con la crisis, que hace que la gente recurra a la filosofía barata. Ha pasado poco tiempo aún, pero ya son muchos quienes echan de menos nuestros puntos de vista, quienes se dan cuenta de que en esta vida no todo es ‘jiji’ y ‘jaja’. Me sabe mal por los adolescentes desorientados, que no tienen la culpa. Pero es la manera. Es la manera de que la gente se dé cuenta de lo que pasa cuando no estamos» explica Rubert de Ventós.
