Tras recibir numerosas quejas y no haber pasado ninguno de los controles de seguridad pertinentes, la multinacional energética española Repsol ha tenido que despedir a un empleado asturiano que se dedicaba a escanciar la gasolina a sus clientes. El trabajador ha provocado pérdidas millonarias a la empresa y numerosos incendios.
Los habitantes de Langreo, donde se encuentra la estación de repostaje, se han sentido aliviados nada más conocerse la noticia. “No sólo es que escanciara la gasolina, es que jamás acertaba en el agujero”, lamenta un vecino, añadiendo que «te cobraba toda la gasolina que salía de la manguera aunque en el depósito sólo entrasen unas gotas”. Pocos se detenían a protestar y huían «antes de que todo aquello empezase a volar por los aires”.
El empleado asturiano sólo echaba «culines», por lo que los coches de los clientes se quedaban sin gasolina enseguida. Él insistía en que «así se viene sirviendo la gasolina en esta tierra desde 1880, desde el tonel, escanciada en las jarras, en las zapicas».
No es la primera vez que Repsol tiene problemas en Asturias: en 2012 ya tuvo que despedir a un empleado que introducía cachopos en el depósito de los coches en lugar de gasolina porque consideraba que dan mucha más energía.