La sonda Voyager 1, enviada por la NASA al espacio en 1977, ha sido contundente en una entrevista concedida a la revista Jot Down: “Llevo cuarenta años cobrando lo mismo. Disfruto con mi trabajo, pero me parece injusto que la sonda Cassini o los vehículos espaciales que mandan a Marte ganen muchísimo más que yo, que llevo más tiempo en la empresa”.
La Voyager 1 ha reclamado que se le apliquen las subidas del IRPF desde 1977, más trienios, más dietas por desplazamiento. “Creo que es justo. No estoy en esto por dinero, pero me siento estafada. Si no me hacen un contrato nuevo e indefinido, me vuelvo a la Tierra”.
En 1977, dos sondas gemelas, la Voyager 1 y la Voyager 2, fueron lanzadas al espacio y, actualmente, son los objetos de fabricación humana que se encuentran más lejos de la Tierra, en los confines del Sistema Solar, a 20.000 millones de kilómetros de distancia. Su destino es incierto y la petición del aumento de sueldo ha causado alarma en la NASA, ya que según el veterano jefe de la misión, Joe Simons, “están a tomar por culo de lejos y cuando se les acabe la batería nuclear dejaremos de recibir sus señales y seguirán vagando indefinidamente por el espacio. Quizá algún día, dentro de miles o millones de años, una civilización extraterrestre las encuentre, y no nos conviene nada que estén disgustadas con nosotros por temas económicos, pues los alienígenas pueden llevarse una imagen muy negativa de la Humanidad”.
Este es el segundo incidente remarcable en los casi cuarenta años de la misión Voyager. El anterior lo protagonizó la Voyager 2, que en 1998 fue diagnosticada de depresión. “Me siento muy sola”, dijo entonces, “y, encima, sólo me traje una cinta de cassette de Simon and Garfunkel y cuando vuelvo la vista a la Tierra me pongo a llorar y se me van las ganas de vivir”. En aquella ocasión, la NASA actuó con rapidez y envió a un psicólogo a hablar personalmente con la nave. Está previsto que la alcance en 2116.
