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Una anciana pide ayuda a la DGT para que prohíban a sus nietos correr por el pasillo

LA MULTA VA DE "ENFADO DE LA YAYA" A 1000 EUROS

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Prohibiendo circular a más de cinco kilómetros por hora en intersecciones, la Dirección General de Tráfico (DGT) pretende evitar que los nietos de Adela González, una anciana de 67 años de Salamanca, «vayan a mil por hora por el pasillo, un auténtico punto negro en la casa de esta señora».

La anciana, harta de ver cómo sus nietos circulan «a mil por hora por lo menos» y ponen en peligro el jarrón con flores secas de la esquina, molestando además a los vecinos, cosió hace dos meses señales de tráfico con punto de cruz en las que se indicaba claramente que estaba prohibido circular a más de ochenta kilómetros por hora.

«Mis nietos me dijeron que las señales no eran oficiales y no servían, así que llamé a la DGT y han instalado unas de verdad y un letrero luminoso en la entrada», ha informado la abuela a la prensa desde su casa y en compañia del director de la institución. «También hay un radar escondido tras el contador de la luz y de vez en cuando viene una pareja de guardias civiles muy simpáticos que patrullan con un Jeep por el pasillo para que todo el mundo se comporte».

«Y en navidades quiero que haya en la esquina un control de alcoholemia para mi yerno», ha añadido Adela.

Desde esta semana, los manuales de la DGT ya incluyen párrafos sobre la normativa de circulación en casa de Adela González, que formará parte del temario para sacarse el carné de conducir: «El nieto que haya de ceder el paso a otro nieto no deberá iniciar o continuar su marcha o su maniobra, ni reemprenderlas, hasta haberse asegurado de que con ello no fuerza al nieto contrario, que tiene la prioridad, a modificar bruscamente la trayectoria o la velocidad en el pasillo, y debe mostrar con suficiente antelación, por su forma de circular, y especialmente con la reducción paulatina de la velocidad, que efectivamente va a cederlo, so pena de quedarse sin postre o caramelos de la yaya».

A última hora de la mañana, Adela se ha puesto en contacto con el Ministerio de Industria «para buscar la forma de obligar a mis nietos a apagar la luz de las habitaciones cuando salgan y no tener que ir yo detrás».

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