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Un ejecutivo se desplaza a todas partes con la silla de su despacho

NO SE LE HA VISTO CAMINAR DESDE NOVIEMBRE

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Según informaron ayer fuentes cercanas a las oficinas de la empresa Almendro & Co, cada vez que el director de desarrollo quiere hablar con alguno de sus subalternos se desplaza a bordo de su silla de despacho a lo largo de 10 metros de moqueta hasta situarse junto a la mesa del trabajador.

Luego vuelve a su despacho dándose un pequeño empujón y conduciendo penosamente su silla de oficina procurando no golpear a nadie. Lo hace mediante pequeños impulsos marcha atrás dados con las dos piernas o caminando hacia adelante pero sin levantarse, tal y como confirman los trabajadores de esta oficina.

«Si necesita preguntar algo, recoger agua de la fuente o cualquier otra cosa, lo hace caminando sin levantarse de la silla, incluso hay quien dice haberle visto usar el ascensor de ese modo para reunirse con el presidente o bajar a comer», explica María, su secretaria.

«Juro por mi vida que un día le vi entrar en el baño con la silla y cerrar la puerta tras de sí, no quiero pensar cómo se lo pudo montar ahí dentro», añade María.

Al parecer, este ejecutivo de 47 años ha ido abandonando el caminar erguido propio de los humanos de manera paulatina hasta alcanzar un nuevo estado evolutivo. Hace dos años, tal y como explican, el ejecutivo simplemente empujaba su silla dos metros para hablar con su secretaria al otro lado de la puerta pero, si tenía que desplazarse más lejos, iba andando. Sin embargo, a día de hoy, nadie recuerda cuándo fue la última vez que le vieron caminar como a un humano.

La secretaria no descarta que su jefe no sea del todo consciente de lo anormal de su manera de moverse por las dependencias de la empresa. «Cada vez ha ido explorando más territorio con la silla y es posible que no se haya dado cuenta del cambio. ¿Cuándo empieza a ser raro moverse con la silla? ¿A los 2 metros? ¿A los 150 metros?».

Habría evolucionado para adaptarse a su entorno natural

«En mi opinión, ya no sabe caminar con dos pies y es incapaz de moverse sin su silla, que forma parte de su hábitat», dice otra de las fuentes, que prefiere mantenerse en el anonimato.

«Parece un cangrejo ermitaño, caminando con los piececitos y arrastrando tras de sí el resto de su cuerpo con la silla en la que parece vivir», prosigue esta fuente anónima.

«Como está sentado, parece que camine en estado de semiingravidez, moviendo los pies despacito como si estuviera bajo el agua», explica otro trabajador. «Sin embargo, cuando le llaman por teléfono y tiene prisa, puede darse grandes impulsos con las piernas aprovechando el mobiliario, alcanzando grandes velocidades y un nivel de agilidad muy por encima de lo humano».

Dado que siempre es el último en irse de la oficina, los trabajadores sospechan que el ejecutivo podría ser capaz de coger el metro en la misma silla o, dado el caso, agarrarse al parachoques de cualquier vehículo para ser arrastrado en lo que podría denominarse «relación simbiótica» entre dos organismos con ruedas.

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