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El rey de Burger King se somete a su decimosexto bypass

SI COME UNA SOLA HAMBURGUESA MÁS, MORIRÁ

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«Otra vez, otra vez…» dijo el rey, sonriente, a su llegada a una clínica de Nueva York ante los numerosos periodistas que se agolpaban ayer por la tarde a las puertas del hospital.

El rey de Burger King fue internado después de quejarse, durante semanas, de dolores en el pecho y ha sido operado a lo largo de esta noche en lo que ha sido su quinta intervención de 2013 y la decimosexta tras su primera operación coronaria en 1998. Según las estimaciones médicas, esta vez estará de baja casi cinco meses, lo que podría impedir a la cadena de comida rápida rodar nuevos spots publicitarios con su mascota corporativa. «Sus arterias no soportarán mucho más tiempo este ritmo de trabajo», le han advertido los médicos.

La decisión de intervenirlo fue «muy meditada», según justifican fuentes de Burger King, después de que los constantes dolores se hicieran demasiado acuciantes en las últimas semanas y le impidieran moverse con agilidad. Necesitó, pues, ser operado de nuevo para poner solución a otro taponamiento de las arterias del corazón. «No hay que desesperar, en unos días estará estupendamente y le podremos ver de nuevo disfrutando de nuestra Doble Cheese Bacon XXL, a la que es adicto», han informado desde la compañía.

Le aconsejan que abdique, pero no hay un sucesor claro

Según relataban ayer desde la empresa, los problemas coronarios del rey de Burger King, de 77 años de edad, no deberían ser problemáticos dado que «es ya un veterano del quirófano» pese a que los médicos que le han operado le han advertido de que «si come una sola hamburguesa más, podría morir».

Pese a todo, Burger King (que necesita publicitar promociones para los restaurantes de todo el mundo) no renuncia a perder su principal activo publicitario y ya se han acercado varias cámaras a la clínica para rodar un spot en el que se verá al monarca devorando hamburguesas desde la cama.

«Rodaremos en la habitación un par de spots en plan improvisado e informal hasta que esté totalmente recuperado mañana por la tarde y pueda retomar su actividad. Él está encantado de que todo el mundo sea testigo de hasta qué punto no puede vivir sin sus hamburguesas a la brasa», explicaba a los periodistas el director de márketing de Burger King justo antes de pedir a las enfermeras si podían sustituir los goteros de suero por saquitos de salsa barbacoa.

«Está llorando porque el sabor es muy intenso», aclaró el directivo a la prensa cuando pudieron verse lágrimas corriendo por las mejillas de plástico del rey.

En enero, el popular personaje presentó su libro de memorias «My Life behind the King», en el que confesaba el estrés al que se veía sometido por tener que comer hamburguesas en cada aparición pública y las presiones que recibía de parte de la corporación. A su avanzada edad, la mascota corporativa de Burger King ha sufrido ya varios percances relacionados con el desarrollo de su trabajo para la marca, como cuando en 2010 se rompió la cadera en Minnesota mientras intentaba guiar a varias reses hacia el matadero.

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