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Estudiante de Bellas Artes revoluciona un local de Domino’s Pizza con su «Pollock 4 quesos»

DESCUENTO DE 2X1 SI SE RECOGEN EN EL LOCAL

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Ernest Surinyac, estudiante en Bellas Artes de 33 años, lleva solo dos semanas trabajando en un local de la cadena Pizza Domino’s y ya ha conseguido que sus pizzas sean reconocidas como únicas por muchos de sus clientes. Surinyac llevaba dos años buscando trabajo y, al fin, ha encontrado un empleo como cocinero en la cadena de pizzerías.

«Estoy muy contento porque al fin puedo dedicarme a lo que me gusta, dando rienda suelta a mi creatividad y mis pulsiones interiores», explica mientras estira, con soltura, la masa de una pizza sobre la superficie de aluminio del mostrador. Tras esto, empieza a dar rienda suelta a lo que él llama «expresionismo abstracto parmigiana» y tira virutas de 4 quesos distintos, combinando colores, sabores y aromas sobre la masa a modo de lienzo. «Luego el horno termina de configurar la obra y al sacarlo surge la presencia indudable de toda la tradición pictórica, cobrando vida en sí misma», dice.

La pizza resultante recuerda poderosamente a cualquier obra del norteamericano Jackson Pollock, famoso por sus cuadros de gran formato configurados a base de salpicaduras de pintura.

Al menos diez críticos de arte han acudido al local en el que trabaja Surinyac. «Y no han dejado ni los bordes», comenta el artista, que considera que su trabajo es autobiográfico en alguna medida. «Al fin y al cabo mi obra son pizzas y hago pizzas por trabajo; por tanto sí, mis obras reflejan mi entorno inmediato, porque son pizzas y yo, a nivel personal, trabajo en una pizzería y es algo importante para mí llevar dinero a casa», explica. Por órdenes del gerente, Surinyac solo dispone de 3 minutos para hacer cada pizza y debe gastar la menor cantidad posible de ingredientes.

«Sucede algo intrigante: ves la pizza y ves la pintura»

Abigail López, gestora cultural, está preparando una retrospectiva sobre la obra de Surinyac. «Me interesa la naturaleza efímera de su obra: son pizzas que aguantan bien 20 minutos, pero que si el repartidor llega tarde ya no valen nada porque el queso se endurece, aunque con un golpecito de microondas te las puedas comer al otro día para desayunar», explica. «Con su obra sucede algo intrigante: vemos la pizza y vemos la pintura. Te deleitas entre el colesterol y la interpretación de la imagen y se establece cierta paradoja entre la simetría y la diversidad azarosa del queso… Yo siempre la pido con doble de queso para que Surinyac pueda expresarse a gusto».

Surinyac nos muestra el inagotable movimiento del color y el queso en consonancia con unos aromas inconfundibles a comida rápida, dinámica evocación de la inestabilidad de toda realidad percibida. El artista, o pizzero, utiliza una particular iconografía visual caracterizada por manchas de color y salami que configuran un mundo onírico y personal que no es más que un reflejo de los miedos y pasiones que mueven y configuran al ser humano contemporáneo, tan inclinado a dejarse llevar por ofertas de bebida con cada menú familiar.

El autor y gastrónomo, a quien la pizza ya se le está quedando pequeña, dice que está empezando a explorar los límites del pan de ajo. «Sobre todo porque el mes que viene lanzaremos una promoción en la que regalamos pan de ajo por cada pedido de dos o más pizzas medianas, así que tendré que empezar a ver qué posibilidades ofrece ese soporte», dice. «He tenido suerte, cuando pienso en otros compañeros de mi universidad que no han conseguido trabajo de lo suyo me deprimo».

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