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Pitos y palmas en el Royal Lavapiés Arena

CRÍTICA TAURINA

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Soy un gran amante de la fiesta en general y de la tauromaquia en particular. Por eso no he resistido a la tentación de asistir a la corrida de hoy correspondiente al Torneo Internacional Heineken San Fermín.

Gran error, como verán.

El cartel anunciaba morlacos de la ganadería del Marqués de Torrelodones y la participación de los diestros José Hernández, Coñón de Córdoba y Maricón de Orihuela, todos ellos matadores free lance. El evento se ha disputado en el Royal Lavapiés Arena, con un aforo para 86.000 espectadores, que ha registrado un lleno histórico gracias, en parte, a la afluencia de aficionados del equipo visitante.

El primero de la tarde, Garboso, un rabilinguo cardeñoso apitonado de 8.000 kilos, ha resultado ser un toro con garra y José Hernández ha estado mal. Pitos y palmas, al fifty fifty. Correcto con los hierros ha fallado como un hijoputa con la suerte de varas y ha estado discreto en el cuerpo a cuerpo.

El segundo toro, Heisenberg (pitoniso rabilampiño amariconao de 18.000 kilos), se esperaba con ansia por parte del respetable. No en vano este toro ya debutó brillantemente con la selección sub 21 y el tendido lo ha recibido con una ovación en pie al grito unánime de “Ra-úl, Ra-úl, Ra-úl”. El bicho se ha venido arriba y ha empitonado a diestro y siniestro hasta que el juez de silla lo ha hecho bajar de la nube señalándole una rigurosísima doble falta que ha encrespado el humor del público.

Ha muerto fenomenalmente de un tiro en la cabeza.

El bochorno ha llegado con la salida al ruedo de Maricón de Orihuela, que ha sido abucheado por sus recientes declaraciones sobre el precio del petróleo. Para más inri el toreador ha resbalado con una piel de plátano y se ha abierto una ceja contra el quitamiedos.

Gusiluz, el tercero de la tarde, calvo y pasado de peso (318.000 kilos), ha salido en tromba y lo ha embestido por todo el ojal, aunque estaba en fuera de juego. Al final silencio y palmas. Maricón de Orihuela ha estado pasivo con el capote, melancólico con el hierro y displicente con el embrague.

El cuarto y el quinto han sido declarado mansos y han regresado a toriles con evidentes síntomas de tener ganas de llorar. Los ha sustituido el sobrero que, cuando se ha retirado el safety car, se ha dedicado a hacer caca al lado de los picadores.

El sexto y último de la jornada ha resultado ser un viejo conocido de los más veteranos: Supertoro, un bicharraco manicorto asindromado de Down de 6 millones de kilos. Maricón de Orihuela lo ha desafiado con un par de manolitas y el toro se ha picado. Mientras el torero lo castigaba bien castigado en la zona de 6’25, Supertoro ha perdido los papeles y le ha propinado un plantillazo en la rodilla. Maricón de Orihuela ha pedido el cambio con ostensibles muestras de dolor y se le ha diagnosticado una rotura fibrilar que lo mantendrá alejado de las plazas dos semanas. Rápidamente ha salido a calentar al burladero el joven de la cantera Serafín Schrödinger, que ha estado correcto, simpático y muy diligente. Ha demostrado carácter y raza eligiendo el hierro 7 para entrar a matar.

En definitiva, una tarde lamentable. No pienso volver a los toros en mucho tiempo. Y ahora, si me disculpan, que les den mucho por culo y me voy a ver «Perdidos».

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