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Según datos del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), en el día de hoy unos 800.000 españoles se lavarán a fondo los genitales para rendir culto a San Valentín. «Es el momento del año en el que el amor se renueva y se somete a una necesaria puesta a punto», explica el antropólogo Salvador Andrés, de la Universidad Complutense de Madrid. Dicha puesta a punto se concreta en «el frotamiento más o menos exhaustivo de las partes pudendas con una esponja húmeda incluyendo, en el caso de los más apasionados, un toquecito de jabón con perfume de lavanda o similares», aclara Andrés.

Según los expertos, el ritual del lavado de los genitales refuerza los vínculos afectivos y prolonga sus efectos a lo largo de todo el año. «Puede parecer una superstición, pero lo cierto es que cuando me froto el glande con agua mi pareja se me acerca más, se muestra más cariñosa y casi no hace muecas raras», confiesa un testimonio que mantendrá sus testículos en remojo durante toda la mañana.

«Creo que no me metía la mano allí desde que se celebraron las Olimpiadas del 92. No sé si sirve para algo pero mi ginecólogo dice que daño no me va a hacer. Aunque sólo sea algo psicológico, tu chico ve que haces algo por él en un día tan especial y eso ya ayuda a estar mejor, con más ganas», argumenta una estudiante de medicina. Otros, sin embargo, aseguran que esta costumbre moderna le quita personalidad al ritual amatorio: «A mí me gusta oler a mi novia justo cuando entra en el portal de mi casa. Me gusta que los gatos la persigan por la calle. No sé, yo creo que no somos robots y en algo se tiene que notar», apunta un joven que se declara «enamorado del amor sin artificios».

Sanidad estudia la posibilidad de repartir folletos explicativos entre la población porque a lo largo del día de hoy han sido muchos los ciudadanos que han acudido a Urgencias tras descubrir, durante el proceso de lavado, la existencia de «una cosa roja» en los genitales. La ministra Leire Pajín ha convocado para esta tarde una rueda de prensa con el objetivo de aclarar que la «cosa roja» forma parte de la anatomía humana «al menos aquí en España».