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Un niño se pierde en un Carrefour y es puesto a la venta

SE OFRECE A MITAD DE PRECIO CON LA COMPRA DE UNOS PAÑALES

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Tomás Poto, de 8 años de edad, perdió de vista ayer a sus padres mientras recorría despreocupado las instalaciones de un supermercado de la cadena Carrefour situado en el barrio de Lavapiés, en Madrid. Como no fue reclamada en el plazo de una hora y media, la empresa consideró que la criatura pasaba a su disposición y, tras examinar su estado, se decidió ofrecerla a los clientes por 530 euros.

Los padres del pequeño Tomás se percataron finalmente de que el niño se había extraviado y en estos momentos negocian su adquisición con los responsables de Carrefour. El abogado de la familia considera que, siendo clientes de toda la vida, los Poto merecen un trato preferente aunque la cadena de supermercados alega que se mantuvo con vida al niño durante la hora y media en la que nadie reclamó su propiedad, por lo que es necesaria una compensación monetaria.

«Creemos que es un precio excesivo porque estamos hablando de un niño de segunda mano que además come mucho y es poco cariñoso», se lamenta el padre de Tomás. La madre, por su parte, pide que al menos se les permita comprar al crío sin ropa para obtener una rebaja de 83 euros, que es lo que se calcula que cuesta su atuendo completo en el mercado. Carrefour, sin embargo, argumenta que el precio sólo puede rebajarse si el pequeño Tomás es adquirido junto a diez paquetes de pañales de la marca Dodot. «Es absurdo porque nuestro hijo ya no usa pañales. Por ese precio sólo nos sale a cuenta comprarlo con un televisor de LCD o algo que realmente vayamos a usar», explica el padre.

En estos momentos, el pequeño Tomás se encuentra en la sección de embutidos del local esperando a que se decida su futuro inmediato. Sus progenitores no descartan acudir a otro centro comercial en busca de otros niños extraviados que se vendan a precios más competitivos. «Nuestra economía no nos permite pagar tanto dinero de golpe. O nos venden a Tomás a plazos, comprándolo por órganos, o tendremos que optar por niños de marca blanca de los que ni siquiera entienden el idioma», se lamenta la madre del niño.

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