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Adoptan un niño porque el suyo no funcionaba

ESPERAN QUE EL NUEVO DURE MÁS

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Un matrimonio abulense ha decidido adoptar una criatura china «porque nuestro hijo tenía un carácter difícil». Al parecer, no es la primera vez que Ana y Jorge Abellán, los padres adoptivos, intentan sustituir a su hijo por otra criatura: «Nos trajeron a un africano que al principio iba bien pero luego empezó a hacer preguntas todo el rato y era muy pesado. Total, que lo devolvimos y esperamos que este de ahora dure más», afirma Jorge Abellán. Su hijo biológico, llamado Serafín, seguirá de momento en el domicilio familiar «pero apenas le haremos caso. Pondremos un anuncio en Internet, a ver si lo colocamos».

«Con los niños ha pasado un poco lo mismo que con las neveras», apunta Ana Abellán. «Antes podías tener en casa la misma nevera durante veinte años o más sin apenas incidentes. Ahora a los cinco años empiezan a hacer el tonto. Por eso hemos recurrido a una cultura milenaria al adoptar al nuevo niño, esperamos que aún sigan haciéndolos como antes».

Blanca Rudilla, portavoz de la Asociación por el Cuidado de la Infancia (ACI), ha criticado el proceder de los padres argumentando que «una adopción es un acto de amor y no un intercambio comercial. Su incapacidad para integrar a los niños en el hogar no es más que un fracaso suyo como padres y como ciudadanos». Jorge Abellán replica que «con el niño africano leímos todos los papeles que nos dieron y seguimos todas las instrucciones. Lo que pasa es que el niño ese no estaba en óptimas condiciones porque preguntaba estupideces y siempre llevaba mocos colgando. En las fotos nunca llevaba mocos colgando y eso es publicidad engañosa».

La última moda son los «negritos nepalíes».

Antes de recurrir a China, Ana y Jorge lucharon durante meses para conseguir un «negrito nepalí», pero la creciente demanda ha acabado agotando las existencias. «Son preciosos porque son negros y orientales a la vez. Aguantan muy bien el calor y la soledad, tienen un punto místico pero vitalista. Una monada. Pero, como siempre, hemos ido por detrás de las familias con contactos y con dinero. Parece mentira que la economía influya en casos así, pero es que ni siquiera sacan ofertas para gente como nosotros» se lamenta Ana.

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