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Disuelve una manifestación con un chillido

EL GRITO SE OYÓ EN DOS KILÓMETROS A LA REDONDA

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Bajo el lema «Libertad para hablar sin acento», la manifestación del domingo convocada por la plataforma Galicia Bilingüe logró juntar en Santiago de Compostela a casi 4.000 personas. La marcha en defensa del castellano se convirtió en un campo de batalla cuando un grupo de casi 300 radicales independentistas intentó frenarla, teniendo que intervenir los antidisturbios. Los incendios de contenedores, el lanzamiento de objetos y las agresiones entre manifestantes de ambos bandos y la policía se sucedieron durante hora y media hasta que un grito sobrehumano hizo huir a gran parte de los presentes. Rogelia Fernández, una bilbaína de 52 años, fue identificada como la fuente del berrido y está a la espera de disposición judical. No hubo más detenciones.

«Creo que quedé inconsciente, estaba lanzando tranquilamente globos de pintura roja al edificio de ‘El Correo Gallego’ cuando sentí cómo que me temblaba el estómago. Luego sencillamente me quedé sorda. Veía correr a la gente, que parecía gritar. Uno de mis compañeros me agarró de un brazo y no recuerdo nada más» dice Clara Rojas, una simpatizante de BriGa (Brigadas Galegistas).

«Fue devastador, nos estropeó la manifestación y el domingo. Todavía no oigo del lado izquierdo». Al menos cien de los asistentes tuvieron que ser intervenidos por brotes de histeria. Otros tantos, por contusiones provocadas por los empujones, las caídas y los pisotones que tuvieron lugar con la espantada que provocó el clamoroso grito de Rogelia Fernández.

Su abogado se ha puesto en contacto con El Mundo Today y ha aclarado que Rogelia habría asistido a la manifestación por casualidad pero que, ante el griterío, optó por poner orden. «No pensó que su gesto fuera antidemocrático, todo lo contrario, dice que volvería a hacerlo». El caso es que el chillido ha sido comparado con el estallido de un torpedo relleno de verduleras.

Al frente de las pancartas pudo verse a dirigentes del PP de Galicia, así como a Rosa Díez de UPyD y a Albert Rivera de Ciutadans. Rosa Díez abandonó la manifestación tras iniciarse los disturbios y, por tanto, bastante antes del incidente del chillido. Sin embargo, ha publicado un comunicado en el que declara que es «absolutamente inadmisible que por culpa de la intolerante voz de una sola persona, los demócratas no podamos llevar a cabo nuestras prácticas de diálogo y comprensión mutua. La fiesta democrática del domingo no pudo llevarse a cabo en esta ocasión, pero no podemos permitir que vuelvan a callarnos de esta manera».

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