Días después de la quiebra, los responsables del Silicon Valley Bank han reconocido que «quizá fue un error» dejar la entidad en manos de Bitcoiner Samy, un youtuber de 13 años especializado en criptomonedas y muy al día en nuevas tecnologías.
El 10 de marzo, el banco, que tenía activos por valor de 212.000 millones de dólares, quebró a una velocidad espectacular y se convirtió en la mayor entidad crediticia en caer en bancarrota desde la crisis financiera mundial de 2007-2009. Mientras tanto, el pequeño Samy ordenaba a los inversores que «holdearan» y aguantaran hasta que pasara el vendaval: «Aquí se ‘holdea’ con cojones, hombre, con cojones. Señores, aguantad esta caída», repetía en sus vídeos, grabados desde su despacho de la planta noble del Silicon Valley Bank.
Los inversores y accionistas de la entidad, que llevaban meses jugando en las mesas de ping-pong del banco porque confiaban en la gestión de Bitcoiner Samy y en sus «millones de followers», admiten ahora que quizá les pudo su «excesivo entusiasmo por los jóvenes emprendedores».
Lo sucedido revela los fallos de la arquitectura bancaria estadounidense, quizá demasiado apoyada, según los especialistas, «en fantasmas, vendemotos y menores de Youtube».
Si la venta de los activos no cubre los costes del rescate de los depositantes, un fondo financiado por los padres del pequeño Samy tendrá que contribuir, lo cual supondrá la penalización de todo el sector por la imprudencia de una única entidad.