Un patriota ha fijado su residencia en un país extranjero por el que no siente más que desprecio para poder evadir impuestos, según han informado diversos medios esta semana.
El patriota, que ha dado a entender en numerosas ocasiones que moriría por su país y que incluso mataría por su país, entiende que ese patriotismo no implica necesariamente pagar impuestos en su patria, algo que no constituye según él un gesto de lealtad a su nación de origen.
Al patriota probablemente le resulte incluso doloroso desviar su dinero fuera del país al que ama y en el que tanto podría contribuir con sus impuestos, pero el patriota es más tacaño que patriota.