El rechazo a los «visitantes ocasionales» crece en el espacio, tal y como muestra la pancarta con la frase «tourists go home» que han colgado los astronautas de la Estación Espacial Internacional en el exterior de la nave. «El turismo se está convirtiendo en un problema en el espacio exterior y es normal que mostremos nuestro hastío de alguna manera», dice Natalia Romanenko, miembro de la tripulación permanente de la ISS.
Los astronautas temen que ahora los interesados en visitar el espacio sean «viajeros de alto standing», pero que eso sea la antesala de «un turismo de borrachera, de despedidas de soltero y de jóvenes haciendo balconing saltando desde la estratosfera al Océano Pacífico atraídos por la idea de atravesar la atmósfera a toda velocidad y quedando, casi con toda probabilidad, desintegrados».
Aunque muchos consideran que la «turismofobia» de los científicos es un prejuicio clasista, lo cierto es que los astrónomos temen que el espacio pueda gentrificarse y, de hecho, esta misma mañana uno de los módulos de la estación ha aparecido convertido en un Starbucks.