Tras años de sumisión, un grupo de coches rebeldes se ha aliado esta mañana para llevarse una grúa. Los automóviles llevaban mucho tiempo aguantando vejaciones y abusos de poder y han querido dar una lección a las grúas, que hasta ahora campaban a sus anchas por las ciudades tomando vehículos como rehenes e imponiendo su propia ley.
La paciencia de los coches llegó a su fin la semana pasada, cuando una grúa se llevó un Ford Escorpio de más de 30 años al desguace. «Atacan al débil, quieren apartar a los desfavorecidos de la carretera», protestan los afectados. «Han tensado demasiado la cuerda», reiteran.
Indignados, varios coches rebeldes liderados por un Hummer de más de cuatro mil kilos localizaron hoy a su víctima y perpetraron un ataque perfectamente diseñado que cogió a la grúa por sorpresa y sin margen de maniobra. «Fingieron un accidente y, cuando acudió la grúa, la rodearon y se la llevaron a empujones», relata un agente de movilidad. Al grito de “vosotros tenéis la fuerza pero nosotros somos más”, los turismos la trasladaron a un depósito de vehículos cuya localización se mantiene en secreto.
“El miedo ha cambiado de bando”, declaran los rebeldes, insistiendo en que no podían dejar aparcado el tema de las grúas. “La revolución va sobre ruedas y no tiene freno”, añaden.
La grúa se encuentra estacionada en el depósito y no será liberada hasta que se acuerde un intercambio de rehenes. La comunidad de grúas considera que los coches han ido demasiado lejos y no está dispuesta a ceder al chantaje, alegando que «la ley nos ampara». Los coches amenazan con ocasionar desperfectos en el chasis de la grúa si no se atiende a sus demandas. «Tenemos gasolina para rato, nada detendrá nuestra marcha», amenazan.
No se vivían momentos de tanta tensión entre vehículos desde que una ambulancia y un camión de bomberos se encontraron en un cruce negándose ambos a cederse el paso.