Un señor apuesto de toda la vida ha sustituido a Ángeles González-Sinde, actual ministra de Cultura, al frente de la Academia del Cine. Vestido siempre de negro, con pajarita y unas canas que le procuran un aspecto interesante y formal, el sempiterno galán es el más cinematográfico de los once presidentes que ha tenido la Academia. «Cuando habla, enamora. Rezuma verdad y celuloide por los cuatro costados» ha asegurado Carlos Cuadros, director general de la institución.
Aunque no ha hecho ninguna declaración ante los medios, el señor elegante de andar erguido ha ofrecido miradas penetrantes que han bastado para convencer a todos de que su gestión será firme e implacable pero también dulce y con tacto de seda. Álex de la Iglesia, el típico progresista gordo que pontifica mucho y lleva gafas de pasta, ha criticado la elección del atractivo y misterioso caballero porque, a su parecer, «promueve una política de escaparate que no ayudará en nada al cine español». Sin embargo, exceptuando esas objeciones puntuales, el nuevo presidente ha sido recibido con la admiración y el respeto que sin duda infunde su impecable estampa de dandy altanero que te deja tirada por otra a la mañana siguiente.