«Pretende salir a la calle así, sin tatuajes a la vista, toda la piel al aire. Sé que está en la edad de provocar, pero como padre sufres». Con estas palabras relataba esta mañana el padre de Olivia Emma García Corral el drama que está viviendo su familia desde que la joven, de 16 años, anunció que había decidido borrarse un tatuaje. «Hace unos meses conoció a un chico de esos que llevan toda la piel tal cual, que da cosa verla, sin un solo tatuaje. Era cuestión de tiempo», dice la madre.
Los padres de Olivia Emma aseguran que siempre han sido «muy abiertos» y que nunca le han impuesto tatuajes concretos. «Yo llevo una moto tatuada en toda la espalda, pero nunca traté de imponerle una moto a ella», explica el padre. La madre lamenta que su hija «ni siquiera tiene la decencia de ponerse una letra china en el antebrazo o una cenefa en el tobillo, algo para que la gente que la vea por la calle tenga la sensación de que al menos lleva algo tatuado».
En verano, son muchos los jóvenes que ven los cuerpos de sus padres en la playa, con la piel arrugada y los tatuajes ya deformados, y toman la decisión de abrazar la estética radical de no tatuarse nada en el cuerpo. «No es generalizado, pero sí detectamos una tendencia creciente», confirma Roger Morán, responsable de una clínica dedicada al borrado de tatuajes. Muchos padres reclaman a estos centros que se nieguen a borrar un tatuaje si el cliente no se compromete a sustituirlo por otro.
«Se empieza por no tener ningún tatuaje y se acaba por no tener tampoco ninguna opinión sobre cualquier tema de actualidad. O por no tener cuenta en Instagram. ¿Es esta la sociedad que queremos? Pregunto», sentencia el padre de Olivia Emma.