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Comerse un yogur que lleva dos días caducado, lo más emocionante que ha hecho un hombre de cuarenta años en los últimos diez meses

AHORA ES ADICTO AL PELIGRO Y SE ATREVERÁ CON UNA CUCHARADA DE MIEL CADUCADA HACE QUINCE DÍAS

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Lo más emocionante que ha hecho en los último diez meses Amancio Jirones, un hombre de cuarenta años natural de Córdoba, ha sido comerse un yogur que había caducado hacía dos días. El lácteo llevaba una semana en la nevera sin que nadie le hiciera caso, pero cuando Amancio sintió hambre la pasada tarde no se pudo resistir. Una vez ingerido, comprobó que el producto estaba pasado de fecha.

“Empecé a notar ese fuego interior que llevaba meses apagado”, se sincera Amancio. “Normalmente no como nada que haya expirado; sin embargo, tenía mucho capricho de yogur de limón”, explica. Ignorando los peligros de consumir productos caducados y sintiendo una emoción ya desconocida para él, Amancio se acabó comiendo todo el yogur. “Hasta lamí la tapa”, confiesa.

Aunque el yogur estaba muy rico, fue la adrenalina segregada al saber que estaba caducado lo que convirtió la experiencia en memorable. “Estuve dos horas pendiente de si notaba algo en la barriga, nunca me había sentido tan vivo”, ha declarado ante los reporteros. Ahora Amancio es adicto al peligro y se atreverá con una cucharada de miel caducada hace quince días. “Hasta hace unos días yo me sentía caducado, pero ahora estoy más fresco que nunca, le he añadido treinta años a mi fecha de expiración”, asegura.

Su familia y amigos han mostrado cierta preocupación por su nuevo estilo de vida alocado. Además de comerse productos que llevan dos o incluso tres días caducados, Amancio también ha empezado a cruzar la calle cuando el semáforo ya está parpadeando y a lavar los platos sin ponerse guantes.

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