Tras comprarse un piso en el año 2021, Jerónimo Juárez, un vecino de Barcelona de 52 años, no ha salido ni una sola vez de casa para amortizar su hipoteca. Durante ya casi mil días, este propietario se ha mantenido en el interior de su vivienda para sacar el máximo partido a su inversión. “Cada minuto que paso fuera de casa es dinero que estoy perdiendo”, razona. “Si no salgo de casa ni un momento, la hipoteca hasta me parece barata”, reconoce.
Haberse convertido en propietario ha afectado mucho a sus relaciones sociales. Para verlo, sus amigos están obligados a ir a visitarlo a casa. “Cuanta más gente haya dentro de mi casa, más amortizo la hipoteca”, explica Juárez. Dependiendo del tiempo de visita de sus amigos, Juárez les pide un bizum con una cantidad acorde al precio de alquiler que tendría el piso en el mercado inmobiliario. “No es mucho, si están tres horas les pido unos siete euros”, reconoce. “Al fin y al cabo ellos también disfrutan de la vivienda”, reflexiona.
Si mantiene el compromiso de no salir de casa, Juárez calcula que para 2060 ya le resultará rentable bajar al supermercado. “No veo el mundo exterior, pero tengo Internet y me voy enterando de todo”, asegura. El propietario se está sacando las oposiciones de bombero para no tener que salir del inmueble si se declara un incendio. “En el momento en el que pase dos minutos en la calle, toda mi economía se irá al carajo”, insiste.