Horas después de su comparecencia oficial, y tras cinco días de retiro, Pedro Sánchez ha empezado a compartir con su entorno inmediato algunas confidencias sobre el proceso de reflexión al que decidió someterse. El presidente ha admitido que fue en las últimas horas de su reclusión cuando sopesó muy seriamente abandonar la política, y el motivo no fue otro que el apoyo de algunos actores famosos y decenas de compañeros de partido, cuyas manifestaciones consideró «vergonzosas, pero de vergüenza ajena total».
Según fuentes del gabinete presidencial, Sánchez no está particularmente agradecido por el apoyo que le brindaron, pues le hizo sentirse «ridículo» verse «como el líder de una secta, adorado por los frikis de la ceja». Confiesa haber sentido «asco y aprensión», y llega incluso a comparar las marchas multitudinarias con «los numeritos bochornosos de los indepes en los momentos de mayor exaltación de su mesías».
Sánchez reconoce además que los vídeos de las personalidades ideológicamente afines le recordaron «a aquella campaña tan cutre donde la gente le daba las gracias a Rajoy, pero incluso peor, porque en mi caso no eran actores, era gente de verdad». Considera que «uno de los problemas de la izquierda es, precisamente, esa cursilería, porque la oposición recurre a ella para tildarnos de buenistas cuando defendemos legítimamente los valores de la socialdemocracia».
«Me duele admitir que prefiero al tarado de ‘Que te vote Txapote’ que a todos estos progres de salón», ha llegado a decir el socialista, que pese a todo cree que su presidencia es «más necesaria que nunca, porque si yo no estoy se van a poner todos estos a dirigir el cotarro, así que imagínate».
