Consciente de que muchos dueños de perros insisten en que sus mascotas no muerden y en que se las puede acariciar sin riesgo alguno, Jorge Hernández García ha querido ser honesto esta mañana y ha reconocido que su perro Chirlas sí muerde, aunque ha matizado también que «el dolor, que suele ser muy intenso, se acaba pasando y, si la herida se cuida, al final ni siquiera queda cicatriz».
La franqueza de este hombre, lejos de asustar a los viandantes, ha generado confianza y una mujer ha decidido acercarse al animal para acariciarlo «porque tengo la confianza de saber a qué me expongo». Aunque al principio se ha sentido decepcionada porque el perro no hacía nada, sembrando dudas sobre las explicaciones del dueño, al final ha bastado un breve pellizco en el lomo para que Chirlas hiciera un quiebro y apresara la mano izquierda de la mujer, clavando en ella sus incisivos.
«Es tal como dice Jorge: duele muchísimo, pero al final solo han sido dos puntos de sutura y en unos días estaré como nueva», ha comentado la mujer al salir del ambulatorio. La agredida se ha desecho en elogios hacia el propietario del animal: «Ojalá más dueños como él, que va de cara. Así sí», comentaba. Señalaba también el parecido del perro con el dueño: «Chirlas va de cara también, y mucho».
Sobre los posibles problemas que pueda acarrearle el perro si hace daño a más gente, Jorge ha vuelto a hacer gala de su honestidad aclarando que, si no lo han detenido hasta ahora después de haber matado a seis prostitutas, a estas alturas el perro es lo que menos le debe preocupar.
