Carolina Smith ha sido declarada hoy la octava maravilla del mundo junto al Coliseo de Roma, el Cristo Redentor de Río de Janeiro, la Gran Muralla China o el Machu Picchu de Perú. La UNESCO considera que la novia de la directora general de la UNESCO merece ser considerada Patrimonio de la Humanidad «porque es mi bebé y es la más bonita del mundo entero», según ha señalado la directora de la entidad.
La declaración de Patrimonio de la Humanidad es un título conferido por la UNESCO a lugares específicos del planeta y, aunque Carolina Smith es una contable de 37 años que trabaja en un bufete de abogados de Edimburgo, la UNESCO considera que su «cara preciosa y su dulce voz» merecen que la mujer esté a la altura de los rincones más bonitos del planeta. Argumenta la organización que «apoyar la cabeza en su regazo es uno de los mayores placeres conocidos».
En la página web de la UNESCO puede leerse una breve descripción de Smith, hasta ahora desconocida para el gran público. Se la define como una persona «encantadora, hospitalaria y luminosa, con un suave cutis y una melena que recuerda al sol bañando con su dorada luz las orillas del mar Mediterráneo».
La directora general de la UNESCO ha querido aclarar que esta octava maravilla es inaccesible y debe observarse desde la distancia y el respeto. «Solo unos pocos afortunados, entre los que me cuento, podemos tocar su piel delicada como la seda», ha señalado.
