Que no te engañe mi cuerpo lleno de ampollas y quemaduras: freír mi vivienda es lo mejor que he hecho jamás. No me arrepiento en absoluto y se lo recomiendo a todo el mundo.
Puede parecer una idea descabellada a primera vista, pero cuando logres superar tus prejuicios te darás cuenta de que, si necesitas vender una vivienda, rebozarla y freírla puede ser ese plus que necesitas para hacerla atractiva en un mercado lleno de competidores que, créeme, no podrán rivalizar contigo, que ofreces una vivienda crujiente, apetecible y brillante. Sí, el proceso es costoso, pero vas a recuperar la inversión inicial fácilmente, porque tu vivienda se va a revalorizar como una pechuga de pollo empanada.
Si estás leyendo este artículo, probablemente has pensado “pues claro, claro que es mala idea rebozar mi vivienda, pedazo de subnormal, pero qué te has creído, etc.”. ¿Sí? ¿Seguro? Tan subnormal no seré cuando yo haya vendido todas mis jugositas viviendas, acompañadas de un gigantesco gajo de limón, y tú no tengas absolutamente ningún interesado en tus secas, sequísimas, propiedades.
Aunque parezca sorprendente, el rebozado aplicado a todas las paredes de tu hogar, y especialmente a la fachada, podría ofrecer una protección adicional contra las altas temperaturas, dado que esa capa crujiente funciona como aislante. ¿Cuánto tiempo aguanta el pescado fresco en la nevera? 10 minutos. ¿Cuánto tiempo puede conservarse en perfecto estado un boquerón rebozado y frito? Años infinitos.
A muchos propietarios y constructores, la sola idea de rebozar su vivienda les parece una excentricidad imposible de realizar, pero no es tan difícil. Simplemente necesitarás una hormigonera en la que preparar un rebozado de tu elección (huevo y pan, agua y harina, tempura…) que posteriormente se aplicará por toda la superficie de la construcción. Finalmente, deberás arrojar aceite hirviendo por encima o sumergir todo el edificio en el mismo para que ese rebozado se ponga doradito.
