En el jardín de La Moncloa, con su mujer e hijas llorando y suplicándole que no se vaya, Pedro Sánchez se ha despedido antes de emprender el camino a ser entrevistado por Ana Rosa Quintana. «Si no vuelvo, vengad mi muerte», les ha pedido el presidente del Gobierno con gesto adusto y preparado para enfrentarse a su destino.
«En ocasiones, por el bien común, hay que hacer lo que hay que hacer», ha explicado Sánchez a sus familiares. «No quiero dobles, no quiero pistolas, iré únicamente armado con mi verdad», les ha dicho a sus asesores antes de meterse en el Falcon e iniciar el camino hacia los estudios centrales de Mediaset. «Ella puede que sea la Reina de las mañanas, pero yo soy el presidente del Gobierno de las mañanas», ha dicho con tono épico cerrando luego la puerta del avión.
Antes de enfrentarse a Ana Rosa Quintana, Sánchez hará una parada en El Hormiguero y otra en la COPE para ganar experiencia. «Tengo muchas pruebas por delante, no sé cómo terminarán, solo sé que yo saldré más hombre», ha prometido el presidente.
«Oye, ¿y si le pego un tiro en lugar de hacerle preguntas?», ha sugerido Ana Rosa a sus redactores mientras preparaba la entrevista. «Muerto el perrosanxe, se acabó la rabia», ha insistido la presentadora.
Aunque Sánchez emprendió el camino muy envalentonado, a medida que se acerca a Mediaset sus nervios empiezan a afectarle. Según sus asesores, el jefe del Ejecutivo lleva varios minutos hablando por teléfono con Zapatero intentando convencerle para que vaya él a la entrevista.
