El escándalo ha ido estallando poco a poco esta semana hasta que finalmente se han acumulado las denuncias ante la Junta Electoral, que deberá estudiar si hay indicios o no de fraude: los españoles temen que el resultado de las próximas elecciones esté determinado por sus propios votos. «¿Me están diciendo que lo que yo elija va a marcar el futuro político del país? ¿Estamos locos?», dice una ciudadana valenciana que no podía sospechar, «pero ni por asomo», que la democracia se fundamentara en algo tan débil como sus votos o los de personas tan poco respetables como ella.
«Cualquier persona que haya hablado cinco minutos con un español sabe que no se debería confiar en él para decidir el resultado de las elecciones», añade.
Los españoles se han dado cuenta del fraude cuando, en las última semanas, han empezado a recibir en su casa «sobres sospechosos» y han entendido que tenían que usarlos para acudir este domingo con su voto a los colegios electorales y depositarlo en las urnas. «Esos votos se suman al final del día, se cuentan… se comunican a la Administración central y salen por televisión», dice uno de los denunciantes.
«Está todo el mundo metido: ayuntamientos, diputaciones, autonomías y todos los medios de comunicación, todos, no se salva ni uno», se queja.
Los ciudadanos, en uno de los textos remitidos a la Junta Electoral, consideran que ellos mismos están «poco preparados» para soportar sobre sus hombros «todo el peso de la democracia» y que son, en general, unos «ignorantes desinformados», propensos a votar «bien por amiguismo, bien a los de siempre».
Los españoles confían en que la Junta Electoral «llegue al fondo del asunto» y que finalmente sean los políticos quienes decidan quién manda porque «la ciudadanía, movida por la codicia, votará únicamente en base a sus propios intereses».
