La popular marca de chocolates Toblerone, que comenzó a comercializarse hace 115 años en Suiza, se ha visto obligada a modificar la icónica forma triangular del producto porque las nuevas generaciones de consumidores se lo meten por el culo. «¿Toblerone? Buf, me lo meto por el culo», puede leerse en las redes sociales con relativa frecuencia, especialmente desde que la expresión «me lo meto por el culo» se ha popularizado como sinónimo de «me encanta». Para evitar riesgos, la marca quiere cubrirse las espaldas por si la juventud está hablando de forma literal cuando expresa tanto entusiasmo.
Toblerone valora también interrumpir la fabricación de las barras de chocolate extragrandes que pueden encontrarse en las tiendas de los aeropuertos. «El daño que pueden causar si alguien se las mete por el culo desaconseja su venta», comentan desde la compañía.
El fabricante sabe que es inútil insistir en que su producto está pensado para ser ingerido, pero sí añadirá una advertencia en el envase recordando que «se recomienda que vaya primero a la boca y luego al culo y no al revés».
