Momentos complicados los que se vivieron el pasado sábado por la tarde en la fiesta de cumpleaños de Juan Miguel Fiorillo Machado. El niño pasó un rato terrible porque estaba convencido de que China le estaba espiando al ver su casa llena de globos. Cada vez que se le acercaba un globo, el niño dejaba de hablar y trataba de desplazarse al otro extremo de la habitación.
Aunque sus padres intentaron convencerle de que el Gobierno de Xi Jinping no quiere robarle información, lo único que consiguieron fue que el niño sospechase que ellos también estaban en el ajo. “Sabéis demasiadas cosas sobre mí”, les echó en cara a sus progenitores. “¿Cómo sé que este peluche no tiene una cámara integrada?”, preguntó mientras tiraba a la basura el regalo de su madre.
La fiesta estuvo marcada por el clima de extrema tensión entre el niño y los invitados. “¿Cómo coño sabéis que cumplo ocho años?”, llegó a gritar el niño, paranoico. “¿Por qué tanta gente sabe dónde está mi casa?”, agregó. “No pienso hablar hasta que todos los globos hayan sido explotados”, advirtió a los presentes en cuanto acabaron de cantarle el cumpleaños feliz.
Al terminar la fiesta, y una vez retirados casi todos los globos, el niño empezó a tranquilizarse y a ser más colaborativo con sus padres, facilitando mucho la labor a los espías chinos, que para esas horas de la noche ya habían conseguido toda la información que necesitaban.
