Debido a la demanda tan alta de pisos, los agentes inmobiliarios han dejado de esforzarse al enseñarlos. De hecho, están bastante subiditos. Por eso, lo mejor es comportarse de una manera pasivo-agresiva con ellos, para que te tengan un poco de miedo y acaben decidiendo que lo mejor es alquilarte a ti el piso. A continuación, te mostramos siete preguntas pasivo-agresivas que hacerle al agente inmobiliario para decantar la balanza a tu favor.
Pues, si tanto te gusta, ¿por qué no te lo quedas tú? Esta pregunta es una buena opción para forzar un cambio de poder en la relación. Al hacerla, el interesado en el piso pasa a estar por encima del agente, obligándole a ser más honesto con las prestaciones del inmueble.
¿Hay crema solar para protegerse de toda esta iluminación que dices que hay? Gracias a esta pregunta, el interesado puede conseguir que el agente empiece a exagerar menos las prestaciones del piso y favorezca una comunicación más honesta.
¿Qué pasa, que ya no os quedan pisos buenos? A veces hay que subir un poco el tono para que el agente sepa que tú, como cliente, tienes el poder.
¿Tú sabes quién soy yo? Si el ego del agente le impide cederte el poder, igual hay que usar preguntas un poco más atrevidas para hacerle entrar en razón.
¿Has pensado en lo que te podría pasar si no me alquilas a mí el piso? Si el agente inmobiliario se siente amenazado, es posible que empieces a adquirir cierta ventaja respecto a los otros interesados en alquilar el inmueble.
¿Te pone nervioso que acerque tanto mi cara a la tuya? No es ninguna amenaza, es simplemente una pregunta como otra cualquiera; si nos apuras, te diremos que es una pregunta hasta educada, pues muestra preocupación por el estado del agente inmobiliario.
¿De verdad crees que la policía creería tu versión? Es solo una pregunta, en ningún momento se está aseverando que la policía no fuera a creer la versión del agente, simplemente se está planteando la opción de que quizás no sea así.
