En una visita arriesgada e histórica a la capital del país, Kiev, el presidente estadounidense, Joe Biden, se ha reunido con su homólogo ucranio, Volodímir Zelenski, a solo cuatro días de que se cumpla el primer aniversario de la invasión lanzada por Vladímir Putin. La visita por sorpresa tenía como principal objetivo la entrega de 31 tanques Abrams y varios vehículos blindados de recuperación M88; un material que, por desgracia, ha sido requisado en el control del Aeropuerto Internacional de Washington-Dulle.
«Los sacamos de la bolsa, iban en su propia bandeja, bien visibles, pero no hubo manera», reconocía Biden, que ha prometido a Zelenski buscar otras vías para facilitarle el armamento. Hasta el último momento, el gabinete presidencial intentó convencer a las autoridades aeroportuarias, ofreciéndose incluso a vaciar el combustible de los tanques por si el problema era el líquido.
Pese al contratiempo, el mandatario norteamericano no ha llegado a Ucrania con las manos vacías. Durante el tiempo de espera en el aeropuerto, pasado ya el control, los asesores del presidente recorrieron las tiendas del Duty Free para adquirir piezas que pudieran servir a los ucranianos. «Hemos podido armar al ejército ucranio con una navaja plegable de recuerdo con la inscripción ‘Washington DC, The Nation’s Capital’. Sin poderse comparar con un tanque en cuanto al potencial destructivo, es útil en el cuerpo a cuerpo y, por encima de todo, muy ligera», ha explicado Biden.
Esta noche, Biden tendrá que dormir en un plegatín que le facilitará Zelenski porque los hoteles más lujosos de la zona están completamente destruidos.
