En su primer viaje al extranjero desde el principio de la invasión rusa, el presidente ucranio ha visitó Estados Unidos esta semana. Vestido con su habitual uniforme verde batalla, Volodímir Zelenski fue recibido por los congresistas con cuatro minutos de vítores y aplausos que retrasaron el inicio de su apasionado discurso, un discurso que abrió con las palabras «queridos estadounidenses, gracias por rescatarme de ese infierno», que causaron cierto estupor entre los presentes.
Su discurso, emotivo y apasionado, dejó muy clara la voluntad de Ucrania de «resistir y derrotar a Rusia, sin miedo, hasta la victoria». «Una victoria», continuó el presidente ucranio en el Capitolio, «que veré desde aquí, Estados Unidos, que ahora es mi hogar y desde donde animaré a mis compatriotas con todas mis fuerzas». Con estas palabras, su comparecencia adoptó unos tintes que sus anfitriones no esperaban.
«Por favor, amigos, amigos americanos… porque somos amigos, ¿no? No es necesario que yo vuelva allí, que están en guerra. ¿Sabéis lo horrible que es un país en guerra? Aquí soy más útil y… Por favor…», dijo Zelenski rompiendo a llorar. A continuación se abrazó a todos los congresistas que pudo y dijo estar dispuesto a aceptar «cualquier trabajo, el que sea» para quedarse en territorio estadounidense.
«Allí… O sea… hay tanques. Hay tanques en las calles. No es normal», dijo.
«I am american, I am american», añadió en un inglés imperfecto y apenas inteligible.
La manera que han tenido de convencer a Zelenski de que debe volver a Ucrania ha sido decirle que, si quiere ser ciudadano americano, tendrá que asistir a clases en un instituto americano. Ni siquiera el presidente de un país en guerra está preparado para acudir a destinos tan peligrosos.
