“No me coge el teléfono”, se ha quejado un señor que lleva una calculadora pegada a la oreja. Fernando Martínez, empresario textil de 58 años, lleva toda la mañana indignado porque necesita hablar urgentemente con un proveedor pero este no le responde.
“Es una vergüenza”, ha lamentado antes de coger la calculadora y volver a marcar los números con fuerza.
Martínez está harto de tratar con incompetentes. “Seguro que está desayunando por ahí”, se ha quejado. “Estoy cansado de tener que relacionarme con incompetentes”, ha añadido entre gritos. “Ok Google, reenvíame todos los mails de Fernando Cortijo de la empresa Calcetinasa”, ha ordenado a un altavoz apagado. Acto seguido, ha reenviado él mismo los mails. “No sé por qué pago a una secretaria virtual si después tengo que hacerlo todo yo”, ha protestado.
Como su proveedor seguía sin cogerle el teléfono, el empresario ha probado a llamar desde un plátano que tenía sobre la mesa, pero tampoco ha habido respuesta. “De verdad que así no hay manera de sacar un negocio adelante”, ha dicho visiblemente irritado.
“Me tengo que encargar yo de todo”, ha insistido mientras tecleaba en la tapa de un ordenador portátil cerrado.
Al cierre de la edición, la prensa ha podido saber que el empresario ha sido expulsado de su despacho después de que un trabajador de Ikea considerase que ya llevaba demasiadas horas sentado en la exposición de escritorios.