Como cada año, el jefe ha querido dejar claro esta mañana que la asistencia a la cena de Navidad de la empresa no es obligatoria sino todo lo contrario, y que los empleados que prefieran estar en casa con sus familias pueden renunciar a sus puestos con efecto inmediato. «Faltaría más, es una fiesta y las fiestas no son obligatorias y, de hecho, nada lo es, ni siquiera madrugar por las mañanas, pues el ser humano elige todos y cada uno de sus actos», ha explicado el jefe esta mañana en un mail corporativo enviado a todos los trabajadores.
«Al final, entiendo que si alguien elige poner el despertador a las siete de la mañana, pasarse una hora en el metro y trabajar ocho o nueve horas en la oficina, es porque así lo desea, porque sabe que eso es lo mejor para él o ella y que ha analizado su situación personal, el mercado laboral, su nómina… y ha llegado a la conclusión de que lo que quiere hacer cada día de su vida es justo eso: ir a la oficina», ha escrito el jefe en el mail.
Así pues, desde dirección se espera que todo el mundo pueda acudir a la cena, que se ha preparado «con toda la ilusión», y «elija libremente y sin compromiso» asistir, pero recuerdan también que quedarse en casa «no solo esta noche sino durante muchos, muchos días» es también una opción perfectamente válida.
«Aquí no se juzga a nadie por sus elecciones, por mucho que sean a veces elecciones duras», ha insistido el jefe.
«La cosa es que ninguno de vosotros elegirá no ir, nunca lo haréis, por las implicaciones que tendría eso, pero podéis hacerlo sin problema alguno», ha concluido el jefe en el mensaje, en el que aprovecha para felicitar la Navidad a todo el equipo. El jefe también ha recordado que sonreír todo el tiempo durante la cena, fingir alegría y camaradería y propiciar el buen ambiente entre amigos es, como la propia asistencia, optativo, aunque entiende que nadie elegiría hacer lo contrario.
