Según datos de Amnistía Internacional, siete de cada diez jóvenes de menos de 35 años están optando actualmente por conectar con una vivienda telemáticamente porque no pueden permitirse el lujo de vivir en ella. «Si televives, ahorras costes y mucha gente opta por hacer eso, que es precario pero moderno», explica Aitana, una joven que lleva ya siete meses viviendo su vida a distancia.
Los jóvenes que televiven buscan una vivienda anunciada en internet y, dado que no se la pueden permitir, observan las fotografías durante varios minutos al día imaginándose cómo sería su vida ahí. «Al vivir en remoto», explica Aitana, «pierdes operatividad pero ganas en agilidad y, sobre todo, puedes conectar con lo que sería tu casa siempre que quieras».
Cuando los jóvenes que recurren a esta forma de vida necesitan vivir, abren el ordenador y televiven un rato. Muchos lo hacen incluso desde los países en los que viven.
«De tu televida no te pueden desahuciar, así que en algunas cosas es mejor vivir tu propia vida a distancia», añade Aitana. Admite también, con tristeza, que «teleAitana es más feliz que Aitana».
Desde Amnistía Internacional denuncian que lo que explica que muchos jóvenes estén televiviendo es que la tramitación de la Ley de Vivienda está bloqueada en el Congreso y el Gobierno debe sacarla delante con urgencia, limitando el incremento de precios para los contratos de alquiler en determinadas zonas, protegiendo ante desalojos para que nadie se quede en la calle y planteando incrementos de vivienda social hasta alcanzar la media europea. La organización confía que «con votos o televotos» esta ley salga adelante, de una vez por todas.
Desde el Gobierno no han aclarado si ha habido avances con la ley, pero el hecho de que estén empezando a hablar de la «Ley de Televivienda» ha despertado los peores temores.
