Fernando Margañal, dueño del bar de carretera Casa Fernando, ha tenido que detener su coche esta mañana en las inmediaciones del Palacio de La Zarzuela aquejado de una gastroenteritis. Desesperado, ha llamado al timbre de la residencia de los Reyes de España y una voz metálica le ha preguntado quién era. A los pocos segundos, un guarda le ha negado la entrada «con malos modos».
«He tenido que cagar en este arbusto de aquí, como una alimaña del bosque, y secarme con una servilleta de mi bar, de esas de celulosa, que ya sabemos todos el tacto que tienen. No es ya una cuestión de apoyar a la hostelería, es un tema de reciprocidad. De dejar que cague una princesa en tu bar sin siquiera consumir y esperar a cambio un trato semejante. Un día por ti y otro por mí. Pues resulta que no, que aún hay clases», protesta el hostelero, aún en cuclillas y parapetado detrás del follaje.
Este medio ha intentado sin éxito contactar con la Casa Real para conocer su versión de los hechos. Según parece, Felipe VI y doña Letizia no se encontraban en la residencia cuando Margañal ha pedido auxilio. El hombre relata «momentos de mucha tensión» cuando, «a media faena», ha caído en la cuenta de que el hecho de defecar frente a La Zarzuela podía considerarse un acto terrorista. «Han sido los momentos más angustiosos de mi vida», confiesa.
Mientras sigue esperando explicaciones por la «escandalosa negación de auxilio por parte de una de las más altas instituciones de este país», el dueño del establecimiento ha retirado del salón principal la fotografía de Felipe VI que colgaba de la pared desde la proclamación de Su Majestad. «El baño es solo para clientes, ahora sí que sí», promete.
