Debido a que tiene un sueño muy profundo y a menudo llega tarde al trabajo por apagarlo sin darse cuenta, un hombre de Valladolid ha colocado el despertador a las afueras de la ciudad para obligarse a levantarse a detener la alarma. “Muchas veces estiro la mano y lo apago inconscientemente, así que he tenido que empezar a ponerlo en Cistérniga”, reconoce Ignacio Choparraco, de 57 años.
Cada noche, Ignacio conduce desde su piso en el centro de Valladolid a las afueras para colocar allí el despertador, que está programado para sonar a las siete de la mañana. “Cuanto más lejos de la cama lo ponga, mejor”, se sincera. Choparraco se estaba enfrentando a problemas en el trabajo debido a sus habituales retrasos y a sus ausencias. “No es culpa mía tener un sueño tan profundo, pero he tenido que ponerle solución”, añade.
El primer día en el que ha puesto el despertador a las afueras de la ciudad, Ignacio ha tenido que conducir 45 minutos para darle a posponer y seguir durmiendo un ratito más. “Quería cinco minutitos más, así que en lugar de apagarlo, lo he pospuesto, pero antes de pasar el primer semáforo ya estaba sonando otra vez”, explica. “He llegado dos horas tarde al trabajo porque mi oficina está en el otro extremo de la ciudad”, lamenta.
Para no jugársela a un solo despertador, Choparraco ya está valorando colocar varios de ellos en diferentes puntos de la ciudad, así nunca se quedará dormido y podrá levantarse a tiempo. “Lo único es que me tendré que levantar tres horas antes para poder apagarlos todos”, admite.
