«He tenido que hacer cosas que yo nunca haría, pactar con gente que… bueno, lo que exigía el personaje». Así reconocía el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, que todos los años que lleva gobernando le han servido principalmente para prepararse para el papel de Pedro Sánchez en la serie documental sobre Pedro Sánchez y su día a día en La Moncloa.
Reconoce Sánchez que se documentó durante meses con referencias televisivas como «House of Cards», pero sobre todo «Veep», protagonizada por Julia Louis-Dreyfus. «Admito que he tomado prestadas muchas cosas de ella», dice, sobre todo «esa sensación de caos total, como de no tener ni idea de lo que estás haciendo, pero tirando millas porque no hay vuelta atrás». Revela que «la pelea y luego el beso incómodo en los pasillos con Iván Redondo» fue la escena más complicada de preparar. «Por suerte, Iván es un actor estupendo, me ayudó mucho», añade.
Explica Sánchez que «el Falcon es un personaje más de la serie, pero es todo decorado, no existe como tal, es una maqueta». Y cuenta que se rodaron escenas «demasiado exageradas» que los productores, «con buen criterio», decidieron eliminar. Por ejemplo, «el momento en el que salgo de Moncloa y me encuentro con un anciano moribundo arrastrándose por el suelo, y entonces yo me agacho, hago una llamada para que aprueben la Ley de la Eutanasia y se la practico allí mismo, sin ayuda, todo legal». Sí pasó el corte la trama del volcán en Canarias, «aunque me hubiera gustado que mi personaje lo apagara personalmente, en vez de limitarse a comerse un plátano como un idiota. Falló la épica al final, creo yo, pero eso es cosa de los guionistas».
Cuenta Pedro Sánchez que uno de sus personajes favoritos era Ábalos, pero hubo que «darle salida» porque el actor había fichado para una serie titulada «José Luis, inspector», que finalmente fue cancelada.
Aunque reconoce que al final «le he cogido cariño», Pedro Sánchez confiesa que el personaje de Pedro Sánchez le parecía al principio «un poco vendemotos, alguien de quien no te puedes fiar, y eso siendo el protagonista es un problema para que la gente empatice. Pero bueno, yo he intentado mostrar sus contradicciones internas, los pactos con los terroristas por un lado, el rollo progre por el otro… el hecho de que yo sea votante de Vox en mi vida personal, y además fan total de Ayuso, creo que me permite ahondar precisamente en estos problemas de identidad: ‘¿Soy progre en serio o desprecio a las ratas podemitas aunque me toque aguantarlas?’ Esas son preguntas que se hace él en la intimidad, y yo creo que el espectador va a percibir esa lucha interna entre lo que se quiere aparentar y lo que a uno en el fondo le interesa».
