“Esto está intomable”, ha denunciado esta mañana un señor mientras intentaba comerse un sándwich sin haberlo sacado del plástico. La dureza y el mal sabor del sándwich han indignado a Avelino Trashorras, de 57 años, que por 2,50 euros esperaba un bocado mucho más apetitoso. “Llevo mucho rato masticando y no hay manera de tragarlo”, se ha quejado amargamente.
Trashorras quería calmar el hambre mientras esperaba en el aeropuerto, pero se ha encontrado, dice, con un sándwich absolutamente incomestible. “Por fuera parece normal, pero es metértelo en la boca y notar lo duro que es, no tiene sabor y es imposible de tragar”, insiste. El hombre intenta beber agua para ayudar a bajar el sándwich pero no hay manera de que salga porque un tapón le bloquea el paso.
Antes de que el sándwich llegara a sus manos, Trashorras estuvo a punto de engullirlo sin quitarle antes la máquina de vending; por suerte, el producto acabó cayendo por una rendija cuando él se disponía a levantar el aparato para metérselo en la boca. “Hay que ver lo que pesaba el envoltorio”, ha comentado a unos pasajeros que esperan la salida de su vuelo cerca de él.
La prensa asegura que Trashorras tardará siglos en poder digerir todo el plástico que se ha comido, y preocupa que pronto vuelva a tener hambre y decida comerse más sándwiches sin quitarles el envoltorio, cayendo en un círculo vicioso del que le será muy difícil salir.
