La condena del Tribunal Supremo a Manuel Chaves y José Antonio Griñán por el caso de los ERE ha obligado al PSOE a reaccionar para que la corrupción del pasado no salpique al actual Gobierno. Varios miembros del Ejecutivo han transmitido esta semana la idea de que «no es bueno reabrir viejas heridas que contribuyen al enfrentamiento entre los españoles». Ayer por la tarde, la portavoz del Gobierno, Isabel Rodríguez, quiso recordar que «en el caso de los ERE no procede aplicar la Ley de Memoria Histórica».
La ley a la que hizo referencia la portavoz se aprobó hace apenas unos días con el apoyo de Bildu, que no ha escondido la «falta de consistencia del discurso» del PSOE, que reproduce ahora argumentos muy parecidos a los que esgrimía la oposición, orientados todos ellos a no hurgar en el pasado. «El partido es otro», reitera Sánchez, como también hace Feijóo cuando se trata de valorar la corrupción del Partido Popular.
Cuando se les pregunta si siguen creyendo, como defendieron hace poco, en la importancia de «posibles vías de reconocimiento y reparación» de los errores del pasado para «consolidar la democracia», la formación liderada por Sánchez cierra filas e insiste en que «esto es así si hablamos del franquismo, no hay que mezclar peras con manzanas», en palabras de Isabel Rodríguez, que recuerdan a la famosa sentencia de Ana Botella sobre el matrimonio homosexual.
«Me permitirán que no pierda el tiempo hablando de cosas de cuando yo no había nacido, al menos políticamente», zanjaba ayer el propio Sánchez, visiblemente molesto.
