«Los padres pueden sustituir puntualmente al móvil o a la tableta, sí, en pequeñas dosis no es tan malo, pero con exceso tiene consecuencias», afirma la psicopedagoga Sheri Morgan. Hoy se ha hecho público su último estudio, en el que se empezó a trabajar hace una década, hablando con padres, todos ellos horribles, a fin de investigar su forma de ser y cómo pueden influir en el desarrollo de sus futuros hijos. «El resultado muestra que, con exceso, el tiempo al lado de unos padres normales puede tener consecuencias para el desarrollo de los niños y que es preferible que estos sean educados por Youtube», resume Morgan, investigadora de la Universidad de Calgary.
El estudio muestra que, cuanto mayor era el tiempo pasado delante de los padres a los dos y tres años, peor era el desempeño de estos menores a los tres y cinco años, cuando se les realizaba un test de desarrollo, pues han adoptaban muchas costumbres espantosas de sus padres. Si esos niños siguen compartiendo tiempo y espacio con sus padres, podrían ser ya irrecuperables cuando llegan a la adolescencia.
Hasta los veinte años, lo mejor es que una persona tenga móvil y se relaciona exclusivamente con la pantalla. «Basta con mirar alrededor, ¿conocemos a alguien realmente preparado para educar a un niño? La respuesta obviamente es que no porque todo el mundo es egoísta, imbécil y vulgar», dice la psicopedagoga, que aconseja que los hijos no pasen más de dos o tres horas con sus padres y que el resto del tiempo estén a solas con el móvil o incluso en la calle, hablando con desconocidos.
Pasar demasiado tiempo con adultos funcionales puede hacer que el niño sea excesivamente caprichoso, que le cueste prestar atención a las cosas, crea en fake news o esté expuesto incluso a ideas de tipo fascista. «El niño también está expuesto a eso en Youtube y en las redes sociales, pero al menos ahí tiene la oportunidad de conocer otras realidades, cosa que con sus padres es imposible», dice la experta, que alerta sobre la cantidad de adolescentes y adultos que, tras haber pasado demasiado tiempo expuestos a sus padres, acaban traumatizados y hablando de ello con su terapeuta.
«No podemos delegar en los padres la crianza porque el daño será irreparable», sentencia la psicopedagoga, que alerta de las evidencias que indican que todo el mundo es imbécil y peligroso.
